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Pedro Menéndez de Avilés

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Izda a dcha: El escultor Fernando Montero de Espinosa; el director del museo naval (Capitán de Navío) Juan Escriga; el vicealmirante en reserva Gregorio Bueno; Ramón Menéndez de Luarca (descendiente) y su hijo.

ABC Cultural

Pedro Menéndez de Avilés desembarca en el Museo Naval
ABC3 Feb 2024 MANUEL P. VILLATORO
// COMUNIDAD DE MADRID

Luce ya orgulloso el militar español, ejemplar donde los hubiera, en el panteón más ilustre que los marinos atesoran en la capital. Este viernes, el Museo Naval de Madrid ha recibido entre aplausos una estatua de Pedro Menéndez de Avilés. Ese que, en el siglo XVI, fue cazador de corsarios, adelantado de la Florida, hombre de confianza de la Monarquía y líder de la flota de la Carrera de Indias. Un héroe que, según ha desvelado en el acto de entrega Ramón Menéndez de Luarca, entre sus descendientes, demostró «una valentía y una entrega a España» difíciles de comparar.

La ceremonia ha estado presidida por el vicealmirante Enrique Torres Piñeyro, director del Instituto de Historia y Cultura Naval, y ha contado además con la participación del capitán de navío Juan Escrigas Rodríguez, director del Museo Naval de Madrid, y Fernando Montero de Espinosa, el escultor.

Este rosario de expertos ha insistido en la repercusión que tuvo «don Pedro» en la historia de España. Es por ello que la obra, una donación de los descendientes, gozará de un lugar privilegiado en la Sala de los Descubrimientos. Porque, como bien ha explicado Menéndez a todos los presentes, «está a la altura de personajes más conocidos como Blas de Lezo o el Marqués de Santa Cruz».

Nacido el 15 de febrero de 1519, don Pedro se unió a los 14 años a una flota destinada a defender las costas del Cantábrico. Y, menos de una década después, ya se contaba entre los marinos más aguerridos de su era. «Demostró su valor con la captura de corsarios como el francés Jean Alphonse de Saintonge», ha explicado a ABC su descendiente. Sus gestas le convirtieron en la mano derecha en el mar de Carlos V y Felipe II.

Su currículum fue inconmensurable: desde liderar las flotas de la Carrera de Indias en nueve ocasiones, hasta fundar San Agustín, «la ciudad más antigua de EE.UU. habitada de forma ininterrumpida». Menéndez también ha desvelado un reto que su antepasado no pudo acometer: «El rey le llamó para que fuera Almirante General de la Grande y Felicísima Armada. Él acudió, pero ya estaba enfermo y falleció en Santander antes de zarpar».

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